jueves, 26 de mayo de 2016

Abdón Porte

                                     
                                                       


Uruguay y el fútbol caminan de la mano. Con las selecciones de Estados Unidos y Bélgica como protagonistas, el primer partido de la Copa del Mundo se disputaba en ese país, el 13 de julio de 1930, sobre la hierba del Parque Central de Montevideo. Un estadio que quedaría en la memoria colectiva de este deporte y en el que, doce años antes de aquel inolvidable día, se vivía una de las historias más conmovedoras protagonizada por un futbolista. Abdón Porte, jugador de Nacional, se desangraba sobre el césped después de disparar un arma en su corazón. El gran capitán no asumía que llegaba la hora de la suplencia y prefería quitarse la vida en el centro del campo antes que dejar de servir al equipo que amaba. Aquella madrugada del 5 de marzo de 1918 moría desangrado sobre la misma hierba en la que fue idolotrado durante años.
Abdón Porte había venido al mundo para jugar en Nacional y no tardó en encontrar un hueco en el equipo que terminaría siendo su tumba. Nacido en 1880, en 1911 veía cumplido el sueño y se enfundaba por primera vez la camiseta del conjunto de Montevideo para disputar un amistoso. Con un fuerte temperamento, en aumento con el paso de los años, y un físico envidiable, aquel joven futbolista maravillaba y convencía a la directiva. En un fútbol prehistórico en el que la figura del entrenador aún no existía, los mandatarios le abrieron la puerta y terminaron concediéndole la titularidad. Responsables de los fichajes, ellos también eran los encargados de confeccionar las alineaciones.
                            
Porte ha dejado la siguiente carta para el Doctor José Maria Delgado, Presidente del Club Nacional de Football.
 “Querido Doctor Don José Maria Delgado. Le pido a usted y demás compañeros de Comisión que hagan por mí como yo hice por ustedes: hagan por mi familia y por mi querida madre.
Adiós querido amigo de la vida  Abdón Porte.


Nacional aunque en polvo convertido
Y en polvo siempre amante.
No olvidaré un instante
Lo mucho que te he querido
Adiós para siempre.
En el Cementerio de la Teja con Bolívar y Carlitos    
Se refiere a los hermanos Céspedes, muertos años atrás víctimas de la viruela


   

Dos notas de despedida

En la primera misiva, Porte se dirigió a José María Delgado, médico del club: «Querido doctor. Le pido a usted y demás compañeros de Comisión que hagan por mí como yo hice por ustedes: hagan por mi familia y por mi querida madre. Adiós querido amigo de la vida».
Debajo se su firma, recordó a su querido club: «Nacional aunque en polvo convertido / y en polvo siempre amante. / No olvidaré un instante / lo mucho que te he querido. / Adiós para siempre».
En su segunda nota, pidió que le enterraran junto a los hermanos Bolívar y Carlos Céspedes, dos glorias de Nacional y de la selección uruguaya fallecidas víctimas de la viruela: «En el Cementerio de la Teja con Bolívar y Carlitos». Eusebio Céspedes, el padre, hizo posible que se cumpliera la voluntad de Porte.
Casi un siglo después de se Uruguay lloraba por Porte, su figura se sigue recordando cada fin de semana y las nuevas generaciones de hinchas continúan hablando de un jugador que se dejó la vida por su club. Ahora, el mito da nombre a una de las tribunas del Parque Central, la casa del gran capitán.

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